
Un día le escuché decir vivo de día y de noche pensando en el toro, y lo que gano me lo gasto en el toro.
Ese es el carisma y la ilusión de un auténtico luchador del toreo, que cada mañana como si se tratara de su primer día empieza la jornada con sus entrenamientos habituales, arropado por un nutrido grupo de profesionales del toro en la madrileña Casa de Campo.
Ayer me comentaba un joven novillero de Madrid: "Yo soy el último discípulo de El Tempranillo". El joven se llama Miguel Pablo, ya torea con caballos y tiene un futuro extraordinario a su alcance. Para él Tomás Moreno es su espejo en el que mirarse cada mañana.
Le contesté: Me alegra mucho que sea así. Estas en las mejores manos. Le conté breves momentos de su trayectoria, los corridones que ha matado, las injusticias que le han sucedido en el toro...ojalá que estas no vayan detrás de él, y no tenga que luchar con tantos atropellos como lo hizo su maestro a lo largo de toda su carrera. Ojalá.
El torero de Belmez,- con el que no ha podido nadie,- sigue entrenando fuerte cada día, ilusionado, y con unas tremendas ganas de poder volver a vestir el traje de luces esta temporada en la plaza de toros de Belmez.
Está preparado y mentalizado para ello, y que mejor fecha que en la feria de su pueblo, donde tantas tardes ha triunfado al lado de grandes figuras.